domingo, 16 de marzo de 2014

Antes podía atraparla, la belleza que entra por la puerta de mi casa cuando cae el sol.
Oh, es de cristal rugoso, y tiene una reja de hierro. El sol se refleja, y el universo te llama a cruzar esa puerta, a dirigirte a esa luz.
                                                 
Cuando uno se mira en el espejo sólo se reconoce como propio en los ojos.
Me estoy mirando en el espejo, intento mover conscientemente mis músculos. Muevo la lengua, parpadeo. Hago algo que en castellano no sé cómo se llama y que son ganyotes. Levanto los brazos, me miro las manos. Muevo los dedos. Saco la lengua y la dejo muerta entre mis labios muertos. La observo, y me miro a los ojos.
Me doy cuenta de que ninguno de mis movimientos es consciente y de que mi respiración es mecánica. Y, cuando me miro a los ojos… ¿quién anda ahí? Es lo único que puedo decir.

No sé si es por la luz reflejada en ellos, que me llaman la atención. Sólo sé que se reflejan hasta el infinito.

Cuando me miraba en el espejo, me di cuenta de que ninguno de mis movimientos era consciente, de que mi cerebro sabía que debía hacer y cómo sin que yo me enterara apenas. ¿Y yo soy un ser sensible? Me recordaba ayer una amiga de mi … cuando recordaba cómo de niños sentíamos el tacto de la tierra, de la hierba, de la vida en primavera.
Pensé, vaya, la respiración si puede ser consciente.

Intenté respirar de forma consciente, cogí aire por la nariz, lo retuve el tiempo necesario,
ni más,
ni menos, 
y el decidió cuando era momento de salir.
Expulsé el aire y respire profundo.
Cerré los ojos, me relajé. Dejé de intentar y observé
cómo mi cuerpo trabajaba de forma ordenada y tranquila,
cómo entraba el aire y circulaba y luego salía.
El pecho que se hinchaba, la columna, se estiraba.
Mi cuerpo podría confundirse con algo pesado, pero lo sentía tan ligero.
Y en contacto con el mundo, de forma homogénea.
Oh, es tan ligero el mundo.
A veces parece una fantasía.

Cuando abrí los ojos, lo hice de forma consciente.
Cuando moví la lengua para crear saliva entre mis labios cerrados, lo hice de forma consciente.
Me incorporé de forma consciente, del modo en que quise y cuando quise, y sentí cómo venía cada movimiento, y tuve la sensación, de que recordaba que no soy una máquina, ni un cuerpo. Tuve la sensación de que tomo decisiones desde hace mucho tiempo.
Vaya, me sentí asombrada.
Estaba disfrutando
Despertando mi cuerpo dormido
Recordándole la vida.

Y la luz del sol todavía no había muerto en mi salón.
Antes de irse, me dijo:
Cuando hables, hazlo de forma consciente.

Vaya, había empezado a escribir casi afirmando que había perdido la capacidad de atrapar la belleza. Y he terminado recordando que no es eso lo que pretendo.



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