A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo
que sabe.
Y con una simple frase, mira lo que puedes hacer. Te invito a que cojas esta.
A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo
que sabe.
Cógela y ahora mira a tu alrededor con ella. Mira todas esas
cosas dichas. ¿Eres capaz de ver también las que no se dicen y sin embargo, se
saben y se existen? Están por todas partes, también por todas las partes de las
cosas dichas.
Tengo la sensación de un darme cuenta. Ahí viene.
Ahí viene…
A mí se me ha ocurrido que tengo que decir lo que sé. Y lo
que no. Que tengo que decir para Ser. ¿Cuándo se me ocurrió semejante cosa? ¿Se
me ha ocurrido a mí o me acaban de pasar una antorcha?
¿Cuántas cosas me ocurren de las que no recuerdo su ocurrencia?
Sólo una, Vivir.
Lo digo como si supiera lo que digo y cómo si fuera algo
inamovible, inmutable, y sólo cierto por su peso. Y la verdad es más simple y
más sencilla, no sé lo que digo y no me lo creo. No lo creo. Podría
coger esa pregunta y esa respuesta y enseñarte lo que ocurre si lo creo,
pero Oh, ya lo estoy haciendo.
Me estoy dando cuenta de algo y no sé todavía de qué.
Cómo si tuviera que decirme para cerciorarme.
Cerciorarme… Curioso. He dicho cerciorarme, no otra cosa.
Cerciorarme… Curioso.
¿Por qué necesito asegurarme en la verdad de la cosa?
Asegurarme… Seguros de vida la cosa, ¿qué podemos ofrecerle?
Pues no lo sé, la verdad, no sé por qué pago por vuestros
servicios. ¿A caso me siento
desprotegida, en peligro… y no lo sé?
¿Me estoy dando cuenta de que tengo miedo?
No, no… costumbre.
Costumbre… Como si la cosa fuera a abandonarme. Como si mi
propia carne fuera a hacer las maletas y a marcharse de mis huesos. Ciao, Bella…
Oh…, mi niña…, ¿todavía
temes eso?
Está bien. Está bien…
A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo
que sabe.
¿Cuántas cosas me ocurren de las que no recuerdo su ocurrencia?
Sólo una…, Vivir.
¿Por qué parece que necesito saber
que estoy viva? ¿acaso no estoy viviendo ya? Si sé que sin saberlo sigo viva. Creo que empiezo a darme
cuenta de que tal vez le dé literalmente la vuelta a mi cerebro y todas las
cosas que sé pasen a no sé, y las que no sé, a sé.
Tal vez por eso hay que celebrar la vida, sin saber por qué
se celebra. Celebrarla, nada más.
Hacer las cosas sin saber, nada más. Celebrarlas.
Despertarse y no preguntarse con algo que parece horror y no
lo es: ¿¡Estoy viva?!
Simplemente despertarse y celebrarlo. Almorzar y celebrarlo.
Vivir y celebrarlo.
No hacer y no saber en la cosa.
Experimento, experimento…
Despertarse y con algo que parece horror y no lo es: ¿¡Estoy
viva?! También es un modo de celebrar la vida.
Experimento, experimento…
Me alimento de la carne de mi madre como una larva ciega.
Me nutro de la nada y genero palabras, palabras… ideas,
miles de cosas, genero, genero, genero y no sé manifestarlas. Si lo intento oh…
acabo frustrada. Sí, sí, y estoy cansada de cerciorarme de ello.
Si pudiera, ahora mismo manifestaría un mercadillo en el que
regalaría todas mis ideas, todas estas cosas que no puedo materializar y que
tal vez le sirvan a alguien. Son de todo tipo, me llegan de toda clase de
materias. Puedo hacer muchas cosas con todas esas cosas que me llegan, pero no
sola. Pídemelas, te las daré feliz.
También te digo que no me quedo todo lo que llega. Hay cosas
que descarto, hay ideas que no estoy dispuesta a generar.
Intento aprender a esperar, a esperar… a en la impaciencia
no caer en la tentación de manifestar. A
no temer, en el mercado, a que nadie se acerque a mi parada a preguntar. A no creer
que nadie va a quedarse después de descubrir el fraude y sufrirlo en vez de dejarlo ser con naturalidad.
Sabéis, si escucháis atentamente al fraude, sabréis que
también en él existe el secreto de la transformación. El fraude es fraude y por
lo tanto, es cualquier cosa. Puede ser, cualquier cosa…
Tal vez, si tras el fraude sigues sujetando mi mano, te
sorprenda un vendaval de mariposas. Puede que no sea lo esperado, puede que no
cumpla la expectativa, pero eso no implica que no pueda ser de cualquier modo
maravilloso y exactamente lo que tengo que Ser en ese momento tanto para mí
como para el resto, esperado u no.
Del mismo modo que muchas veces el que busca, no encuentra.
El que encuentra, no busca. Ama libre de prejuicio, libre de preposición.
Y entonces me doy cuenta de que también sé generar silencio,
y paz, y tranquilidad, y presencia. Y
que no comparto más que la punta del iceberg.
Que a veces, cuando alguien nos dice: comprendo tu opinión,
y no la comparto.
No lo entendemos, incluso, nos ofendemos. E
inconscientemente trasladamos el mismo patrón cuando ofrecemos algo a alguien y
te dice, sí, está muy bien, es perfecto, pero no lo quiero, no lo comparto. A
veces no lo entendemos, incluso nos ofendemos, y pensamos sin atendernos que
eso significa que algo en nosotros no está bien. ¿Dónde hemos visto antes algo
así? Tal vez en nosotros mismos, cuando alguien nos ofrece algo y no lo
compartimos, y expresamos o guardamos la coletilla “no está bien”, y golpeamos
con el mazo para poner fin a la sentencia, al dictamen.
Es todo un reflejo, puro reflejo…
Ama libre de preposición, libre de prejuicio.
Y no, no sé si se puede amar libre de ilusión.
¿O se crea la ilusión amando?
Oh sí sé, sí sé, solo que tal vez ahora no sé porque no
estoy amando, estoy nombrando, estoy dando tributo, estoy sacrificando, estoy
entregando, honrando.
Oh joder… estoy amando. Vivir es amar. Estoy amando, sólo
que no lo sé. Y sé que estoy amando porque mi corazón sigue latiendo y mis
dedos tecleando. Y sin embargo no lo sé, porque no lo siento, y lo sé, porque
mi cuerpo sigue funcionando. Está sano, unido, danzando… me muevo a la
velocidad del amor. En círculos, de espiral en espiral… Solo que a veces,
muchas veces… no soy consciente de que te amo, y no te amo. ¿Qué coño estoy
diciendo?
Me doy cuenta de que está bien no compartirse, no
compartir. De que está bien que otros no
quieran compartirse contigo, no compartan. Y eso no lo libra de la cualidad de
malo. Por todas partes muchos vivimos creyendo que es algo malo y ya está, y es así también,
y el mundo sigue girando sin mayor problema.
Si te enseño la tranquilidad, perderé la mía.
De lo segundo ya sé que te habías dado cuenta.
Pero… ¿y de lo primero?
A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo
que sabe.
Y con una simple frase, mira lo que puedes hacer. Te invito a que cojas esta.
A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo
que sabe.
La verdad, la humilde verdad de esta pobre alma, es que yo
no tengo nada.
No tengo nada. Aún cuando preguntas y respondo, no tengo
respuestas. Aún cuando pregunto y respondes, no tengo preguntas.
Me pides dinero y te lo doy, y no lo tengo.
Me pides paz y te la doy, y no la tengo.
Me pides diversión y te la doy, y no la tengo.
No me pides nada y te lo doy todo, y no lo tengo.
Me lo pides todo y te doy nada, y no la tengo.
Si doy lo que no tengo, será también que puedo no dar lo que
tengo.
Sea lo que sea eso a por lo que vienes, también puedo no dar
lo que tengo, en vez de dar lo que no tengo.
Voy saltando, groack, groack… tras el siguiente salto,
aterrizaré en el útero.
También Yo necesito nutrirme.
Es por eso que a veces, Dios parece que esté ausente.
Podría decir: estoy aprendiendo desde cero qué es y cómo
funciona un generador.
Sin embargo voy a decir qué es lo que está por venir, lo que está ya, de un modo u otro, aquí... sucediendo, desenvolviéndose.
Y aún podría decirte de qué tratan el capítulo 1 y los
diez siguientes, porque lo veo.
Nos aterra el visionario y no entiendo por qué. No queremos saber lo que viene, y no por nobleza y respeto, sino por miedo.
Se nos ha olvidado que Dios también proyecta una sombra. Y
también ella se llama Dios, también ella soy Yo... todo el rato de larva a mariposa.
Es lunes, me han despertado unas grallas a las 9 a.m
He ido al baño, he salido más ligera.
Alegría, que es festa major.
Hasta la próxima verborrea. Al final, no sé si me he dado cuenta de algo. Estaba distraída cazando...
Hace unos días me pareció que asomaba la patita la integración.
Aha aha..
C'mon... ¿en qué vas a convertirte hoy, larva? recuerda que no tienes por qué convertirte en nada, y olvídalo también.
Aún era domingo cuando empecé (o seguí) escribiendo esto. La verdad es que no tengo ganas de decir nada, estoy observando cómo me auto motivo, cómo me boicoteo, aburrida hasta la saciedad de mi misma, otra vez respondo al fraude.
Quiero aprender a apagar el generador cuando está sobrecargado, en vez de ponerme a tocar botones y cables cómo una loca hasta que cesa.
Creo que acabo de darme cuenta de que aprender y dejar pasar van de la mano.
Que cuando no le exijo a Dios responde, y sin que haga nada, el generador se apaga. Cualquier cosa que aprenda ya la sé, cuando aprendo algo conscientemente, simplemente dejo que el conocimiento ascienda a la superficie.
¿Cómo, cómo...?
Paciencia, Paciencia... obsérvalo.
Ay... siempre olvido que no tengo que hacer nada.