jueves, 27 de octubre de 2016

Integra

Rodando duna abajo lo encontré, erguido y solemne, en el desierto.
Ahora me siento masa de agua viva que fluye y refresca el espacio que habita. Ahora fus fus fus fus rompen apenas perceptibles las olas, mar en calma que acaricia la orilla como una madre rodea con la palma de su mano caliente la cabeza de su cría.
Ahora aquí me siento en casa, me siento hallada.  Siento mi naturaleza, aún cuando no sé muy bien que quiere decir “mi naturaleza”, así la nombro sin anclaje, así la siento sin cabo amarrado.

Mi naturaleza es simple como un número primo, no es más que un latido, plausible, sereno y tranquilo.
En este templo que es ahora mi hogar, en este espacio salvaguardado en la profundidad original, me hallo latente, bom bom, bom bom. No soy más que eso. Bom bom, bom bom, un corazón que respira latiendo, y su ritmo es tan tranquilo, tan indeferente, que podría decirse que late débilmente.
Oh… pero no es su apaciguado y calmo latido débil, qué va…  es libre. En el espacio eterno que se despliega entre su sístole y su diàstole existe el mundo. Mi naturaleza viva y libre de todo no es más que el impulso primario que facilita latir a mi corazón. Y la fuerza de ese impulso no es un esfuerzo, no es bruta, no es la fuerza que deriva en el cuerpo del culturista que alza sobre su cabeza toneladas de peso, es el impulso sutil y primario que facilita esa deriva, es el primer movimiento, un simple soplo de aire origina la vida. Y es ahí, dónde me he hallado pura y divina. Simple y completa, poder que facilita todas las fuerzas.

Desde el impulso primario que soy se ha echado la soñadora a dormir, desde el impulso primario que somos gestamos el mundo nuevo que alzaremos al despertar del sueño que revitaliza, regenera y permite.

Oh… los espacios a mi alrededor están ahora vacíos, llevo en realidad nueve meses vaciándolos.  Nueve meses han sido suficientes para metabolizar las experiencias de 23 años que ahora florecen, que ahora cosecho, que ahora libero, que ahora mueren con el ADN libre de  todo “mi”, de todo “mis…” sin prisa por volver a nacer. Feto que recogido en mi útero está a punto de romper aguas.  Me doy cuenta de que mis palabras son las mismas y sin embargo son nuevas, todo es nuevo, todo luce limpio y reluciente. Todo es desconocido y familiar, igual e inquietante, latido sereno que como la voz de la ballena cruza océanos, cruza el universo helado y lo vuelve a la vida estival.

Cualquier cosa se encuentra fuera de stock.                                         
Solo 
bom bom, 
bom 

bom                                                                                                   
Desde aquí, hoy, ahora mismo, me suelto entera. Y me siento plena y completa, mi alma nunca estuvo rota.

Que qué me sucedió?
La mujer que nunca fue
Que qué me está sucediendo?
Que se está terminando de disolver la mujer que nunca fui


Como larva me he hilado fino y ahora en mi crisálida sucede la magia de la metamorfosis. La primera bocanada de aire ya está cerca, mi pecho caliente guarda el universo que está por nacer.

Ufff… lo siento soplar y siento el placer primario del orgasmo. Me trepa la garganta y aaaaaaaah… penetra, penetra, penetra… y se deja penetrar.

Ya no hay diferencias entre las cosas, y puedo utilizar libremente las palabras sin quedar presa en ellas. Ir al supermercado y decir “la marca de esos macarrones es distinta que la de esos” y nada más, nada más, nada más…

Adiós TOC lingüístico
Adiós a tanto…
Tan






To….
No hay palabra que defina lo que siento, no hay límites.
Solo un corazón latiendo. Solo un corazón sintiendo.
Entregado al cual me entrego. 
Este adiós no maquilla un hasta luego. 



sábado, 22 de octubre de 2016

Somos agua

Fue entonces, que lo vi todo tan claro, a través de sus ojos azabache.

Ella dormía trepada como hiedra en mi cuerpo, al lado del mismo, ni encima, ni debajo. Ni delante, ni atrás, al lado del mío que trepaba el suyo como hiedra igual. A ratos me despertaba y me recogía complacida entre sus brazos, y volvía a dormirme besando su cuello:

- Bonita...

Susurraba antes de dejarme ir de nuevo.

Dos cuerpos trepados como trepan las plantas hacia la luz de sol, en espiral. Como la cadena de ADN que programa nuestros cuerpos.  Como el amor que teje y sostiene el mundo.

Fue entonces, que lo vi todo tan claro, a través de sus ojos azabache, cuando trepada en todas partes me diluí en el mundo. A veces me sobresaltaban sus ojos abiertos mirándome de frente, allí dónde me encontrara y su cuerpo ya no estuviera trepado al mío, seguía trepado en cualquier cosa. Allí dónde yacía mi cabeza y cerraba mis ojos, sus ojos me enfrentaban de frente, y al abrir los míos ya no estaban.

Fue entonces, fue entonces que lo vi todo tan claro, cuando la miraba sin mirarla, por vez primera miré sus ojos y me dejé caer dentro.
Jamás vi una cosa así, aunque llevara toda una vida rodeándome. Sus ojos azabache combustionaron, y me hicieron combustionar. Allí estaba todo, en aquella galaxia fantasma latente bajo sus cejas. En aquella galaxia oscura en la que a primera vista parecía no haber nada, comprendí, comprendí, comprendí… allí yacía todo, incoloro, traslucido, libre de forma y definición alguna.
No fue hasta que me dejé caer, rendida en sus ojos… no fue hasta que me dejé caer, rendida, que se abrieron los míos.
Maravillada ante aquel espectáculo me dejé llevar por el rumor de lo que sentía. Sentía en el pecho una fuente de serenidad inagotable, que fluía y me circulaba, y desde allí oh desde allí.., qué no podía hacer? La sentía entonces libre de todo, descondicionada totalmente.

Fue entonces que me sentí libre de todo, descondicionada totalmente. Fue entonces que acepté finalmente y solté la forma de su concepción, de mi concepción... Y al mismo tiempo fui consciente. 

Desde allí, desde aquella fuente inagotable de serenidad en la que hundí los pies, sentí libre lo que siento, lo que soy, lo que somos… libre de forma, y acepté y acepté y acepté y facilité. Oh… Libre de mi, fluyó lo que siento por ella, desahogado y feliz.

Comprendí que aquella fuente inagotable de amor antes fue una antorcha que prendí con el fuego que todo lo transforma.
Al mismo tiempo que ocurrió todo lo demás, lo único que ocurría era mi corazón iluminando el sendero. Y de la fuente única de la que brotan todas las cosas, brotó ella, reina de cualquier maravilla.
Broté yo, reina de cualquier maravilla.

Claro que yo creí estar haciendo otra cosa, mientras sin darme cuenta había prendido una hoguera en su nombre, y en el mío. Cogí la última brasa de la misma y la porté en mi corazón en mi viaje. Me fui desnuda y con el último vestigio de su amor por mí,con el primer vestigio de mi amor por mi... a recuperarme. A regenerarme. A encontrarme diluida en el mundo. A devolverme al origen.

A medida que iba juntando los pedacitos de mi alma rota el carbón en mi corazón comenzaba a prender de nuevo, a calentar todo mi cuerpo. Observé a los glaciares romperse y caer estrepitosamente al mar como ballenas. La primavera llegó a la ciudad y mi cuerpo se llenó de flores. Y entonces, oh… entonces… comprendí a través de sus ojos azabache.

Al mismo tiempo que portaba el último vestigio de su amor por mi y los primeros de mi amor por mí, llegué al origen. Recorrí todos los senderos posibles tratando de vislumbrar si aquello que sentía era ilusión o realidad. Lo sentí bajo el influyo de toda clase de emociones, pensamientos, y sensaciones. Hasta que comprendí el mar y sus ríos, y desemboqué.

No fue hasta que llegué al mar, a la fuente..., que fui capaz de decir adiós y soltar la forma, la concepción, el control… de lo que sentía, que lo sentí en su plenitud. No fue hasta entonces que comprendí.
Fue cuando solté el “siento esto y lo quiero sentir así, y quiero que se transforme en esto” que comprendí la ilusión y la realidad de cuánto quería amarla, de cuánto ya la amaba, y empecé a hacerlo de verdad, desde el lugar que fuere y como fuere. Fue entonces que dejó de importar si la expresión de mi amor era mi lengua deslizándose en su cadera, la palma de mi mano sobre su pecho latiendo al unísono con su corazón.
Fue entonces cuando comprendí, a corazón abierto y derramado, que me daba igual, que no me importaba el cómo ni el cuándo ni el por qué, ni el qué ni para qué ni para quién, y sentí, simplemente, la fuente inagotable de amor que había creado y alzado a su imagen y semejanza, inspirada en la original, aprovechando la energía de la combustión. Fue entonces que todo pasó, y comprendí que mi deseo y mi anhelo eran limitados, y abrí las manos y el cielo se llenó de mariposas. Ya no importaba más derramarme sobre su piel, ya no importaba más bailarle lento el cuerpo y lloverlo para verlo nacer a la mañana siguiente. Ya no importaba más tocarla y con ello tocar todas las dimensiones. Ya no importaba más nada. En mi pecho abierto latía y cabalgaba mi sangre para siempre.  Ya no importaba la forma de brindarle el acceso a la fuente, ya no importaba si quiera que no viniera jamás a remojar sus pies en ella. Comprendí que también eran inagotables las formas de mi amor, y su entrega, y ya no importó más su expresión, tan sólo que bajo ningún concepto se me ocurría privarla ni a ella ni a mí de aquello, y que podía portar de todos modos en mi cuerpo todo aquel amor y nutrirlo y nutrirla y nutrirnos de él. Y entregárselo, entregármelo, entregárnoslo.  A través de cualquier cosa, momento, lugar o circunstancia.

Y así ahora la amo por lo que es y nada más. Y así ahora roto el hechizo “he fet volar l’estel, ben alt, del meu anhel, i no l'has vist”. Y lo único que me importa en relación a todo aquello, a todo esto, es que mi amor no se estanque, y siga diluyéndose en el mundo, y siga fluyendo conmigo y a través de mi, a dónde quiera y cómo quiera.  Natural y espontáneo, sin elección.

Oh… es tan bello esto que siento, y no es suyo, ni mío, ni así, ni asá… Es, y de cualquier modo, quiero compartirlo, dejarlo ser, acogerlo, vivirlo, sentirlo, nutrirlo, respirarlo y dejarlo diluirse en el mundo, a su ritmo, como sea... está bien, y es perfecto.

Cada mañana, cuando ronroneo y me alzo, y me miro al espejo y maravillada me siento y me digo "Te quiero", la estoy queriendo a ella.

Y a él, y a ti, y a todo.
Cada vez que hablo de ella hablo también de mi.
Y el reflejo es ahora limpio y transparente.





Mis sueños son en realidad tan simples... y para todo el mundo. Para todo «mi», para todo «yo»...

Mis sueños son para mi y para todo lo que existe. Nada que no quiera también para ti..






jueves, 22 de septiembre de 2016

Ocurre

Y entonces ocurre, ocurre la reducción del tiempo, la unificación del mismo, su disolución. A cada segundo todo se mueve, todo cambia, todo se transforma, ya no sutil, ya no brusco, ya no radical, ya no vertiginoso. Cambia, sin más, sin menos y simultáneamente ocurre la adaptación, la transformación, incluido el cambio, todo a la vez. Ya no frenético, ya no así, ya no asá, ocurre, todo el tiempo, todo, de una sola vez, incluso la observación de lo que ocurre. Del no, del sí, de todo, ocurre.

Oh... incluso puede ocurrir el silencio, a la vez. El silencio que permite que se pare el mundo, y al mismo tiempo siga girando. El silencio que inspiro y el ruido que exhalo. El ruido que inspiro y el silencio que exhalo.
Ocurre, todo aquí y ahora.
Ocurre, una y otra, y otra y otra vez.

Ocurre.
Ocurre.
Ocurre.


No quiero parar el mundo para bajarme, quiero pararlo para que descanse y siga ocurriendo la mutabilidad de lo inmutable.
No quiero agarrarme a su cola, no quiero agarrarme, para qué necesito agarrarme cuando estoy disuelta en él.


Me anclo aquí, me anclo ahora, dónde todo ocurre, desde el lugar en que no se requiere unir las partes, sino desde la misma unión. Me anclo en mi.
Si pienso, oh... si pienso... si defino qué ocurre y cómo ocurre, lo fragmento. Círculo dentro de otro círculo, círculos por los que circulo como la sangre roja que me nutre de vida. 

Si solo ocurro, si todo ocurre aquí y ahora, ocurre también la fragmentación que permite la unión. Partículas atómicas dentro de átomos. Átomos creando moléculas. Moléculas que crean células, células que crean tejidos... ocurren, los círculos se acogen a si mismos, se permiten a si mismos. Ocurren y ocurriendo se unen, sin pretensión de unirse, naturalmente se hacen a si mismos y se permiten la unión.

Y cuando llega la tormenta eléctrica, los pensamientos fugaces y atronadores que desintegran... acojo el ciclo y permito el fin que permite el comienzo.
Ocurro, existo, me acojo, al mismo tiempo, en el único tiempo, no importa el modo, no importa la forma, sea lo que sea, como sea, lo dejo ocurrir, lo dejo ser. Me permito existir, aquí y ahora, como sea, está bien, estoy a salvo. Estamos a salvo.

En la quietud y el movimiento, en el cambio y la transformación, en todo estoy, nada más, nada menos. En órbita, sobre mi propio eje rotando, sobre mi propio eje orbitando, haciendo círculos desde mi primario movimiento circular, acogiendo al círculo que me permite respirar.

Acogiendo la quietud que me permite moverme, acogiendo la muerte que me permite vivir.


Aquí, ahora, en el único tiempo, acojo el todo que me permite la nada, espacio sagrado que me permito habitar para crearlo todo.
Eterna sucesión, anclada en el silencio que mueve el mundo, anclada en el silencio que lo detiene, mientras ocurre la escucha, mientras ocurre todo lo demás, permito, permito, permito... y acojo, y nutro, y devuelvo...


Me muevo a la velocidad del amor.
Me permito la rendición y la entrega, me permito ser un canal circular por donde circula el amor, venga de donde venga, vaya a donde vaya, se manifieste como se manifieste. No puedo dar más que lo que me doy a mi misma. Y me permito inspirar el amor que está aquí y ahora, disuelto en cualquier lugar que enfoco, me permito que circule en mi circular organismo, me permito dármelo, y me permito exhalarlo para que siga circulando allá a dónde quiera dirigirse.


miércoles, 31 de agosto de 2016

Unión

Algo ha cambiado. Algo se ha movido, se ha ido, algo ha cambiado. En mi cuerpo. Entiéndase cuerpo como todo el conjunto de lo que soy. Corporal, mental, etérea. Movimiento, voz, contacto.

Me he dado profunda cuenta de hasta qué punto necesito el silencio y la soledad. De hasta qué punto me perturba que me los arrebaten (arrebatármelos…).

Algo ha cambiado y lo siento profundamente en el pecho, en todo su conjunto. Lo siento en las tetas, en el esternón, en el vacío entre mis costillas bajo él, en lo que ocurre tras mi ombligo y bajo él, en mi vagina cuando sangra, en mi mente cada mañana al despertar. En cómo se comunican mis manos con mi cuerpo. Algo ya no está, no se mueve, no habla, no lo siento. Lo he visto mientras me miraba actuar hace un rato. De verdad, no sé cómo explicar lo que he visto. Lo que siento, tal vez mejor dicho, no sé. Ambas

Me siento “extraña” de un modo extraño para mí, es una extrañeza abierta. No es algo que va hacia dentro o que succiona, es algo que va hacia fuera, que expulsa de un modo… extrañamente abierto y simple, fluido.

Algo se ha ido y otra cosa se ha asentado en su lugar. No sé cómo decirlo, la verdad es que no quiero decirlo.
No quiero deciros.

Me siento fluida. Mi cuerpo es el sofá, cama, montón de nubes más cómodo del mundo.  Estoy feliz y cómoda en él cómo no sé si alguna vez lo he estado. Tan cómoda… tan simple... tan agusto





Hoy es el cumpleaños de mi madre.
Te quiero, mami, felicidades.


jueves, 25 de agosto de 2016

En la imaginación

En la imaginación me lates, caliente y resbaladiza. Lava virgen que se deja nacer. Yo te observo caer, gota a gota, lengua a lengua. A veces vela, prendida la mecha, desciendes ladera abajo, y yo, en la cima de la vela, al borde de su circunferencia, deseo hundir mis pies en el charco de cera caliente. Aún a sabiendas de que, una vez meto el pie, ésta se enfría y me deja presa. 

En la imaginación me lates, gemida y salvaje. Muslo caliente que me deja nacer. Cierro los ojos y a veces encuentro los tuyos de frente.  Y no sé, y no sé, y no sé. Es sorprendente abrirlos y sentir el agua desbordarse, bañarme entre mis piernas, a solas, sintiéndote en mi, en la imaginación.

No son palabras lo que quiere nacer, no eres palabra en la imaginación, no eres en ningún lugar. Y es precisamente la excepción, la que señala la regla. Eres emoción y placer, alegría y pasión, vida manifiesta nada más, en mi cuerpo y en mi mente y en mi espíritu. No eres rezo, ni fe. Solo eso que ocurre entre una cosa y otra. Todo eso que ocurre, en mi imaginación, entre mis pies y la piel que no te toco. Entre tu cuello y mi nariz que no lo habita. Eso que permite el uno y el dos. Eso que permite las cosas. La danza que las une. No es algo, que puedo decir, es algo que tal vez, pudiera enseñar. Compartir. Dar. Soltar. Amar. Entregar.

En la imaginación ocurre el universo, y es tan puro, es tan puro esto que siento, que si te dijera, Es esto, no sólo mentiría, sino que lo estaría pervirtiendo, ensuciando.

Y es… oh… algo que me rompe la cabeza y me facilita desistir, rendirme, abrirme, y dejar que las cosas lleguen mientras Esto no pasa, esto de lo cual, lo único que puedo decir que sé, es lo único que realmente sé, La muerte. Esto que morirá y no como mueren las cosas en los ojos que sufren, extinguiéndose.  Esto que vive y simplemente morirá, sin ser extinto.

En la imaginación me explotas, me explotas, me explotas… en la imaginación nos habitamos y cuando te encuentro, ay… cuando te encuentro… se niega el sueño veraniego.

En la imaginación te suelto y recuerdo que no me quieres. No importa. La cuestión es que nada importa, pase lo que pase, no pasas. Un día me despierto y el mar me brinda calma, otro día me mece en un suave oleaje. Otro me voy a la montaña y te olvido. Otro vuelvo a encontrarte y aunque, las cosas no dejan de pasar, tú no terminas de pasar, y vuelta a empezar
en la imaginación, nada más. 

Hay días en los que me despierto y no me duele la lengua de no besarte. Hay muchos días así. Y hay otros que señalan la regla, que indican su existencia.

Y cada vez que salgo del círculo apareces, y cada vez que apareces entro en el círculo y desapareces.

Es curioso. ¿Estáis viendo lo que estoy viendo?

Cada vez que salgo del círculo apareces, y cada vez que apareces entro en el círculo y desapareces.

¿Lo veis?

Perdonad, tal vez no era esto lo que esperabais que os enseñara, ya os he dicho que para lo otro no tengo palabras. Si las busco me retuerzo y me desgarro, y siento un sonido brutal y primario, la pasión explotando. 



Tic tac, tic... tac
Espero
Bom bom, bom... bom
Respondo

Este es mi ritmo.
Bom bom, tic 
Bom bom, tac
Bom tic bom tac bom tic...
Ni lento, ni rápido
Mi ritmo.

Hablo para mi, nada más.

viernes, 19 de agosto de 2016

Hola, ¿Nos conocemos?

De repente te das cuenta de que no acabas de llegar aquí.
¿Cuánto tiempo llevas aquí? En esta nada.
¿Cuánto hace que volteas sobre ti misma fragmentada? Ahora que has cerrado los ojos y has visto que dónde parece no haber nada, está todo. Ahora que en la oscuridad central sientes el magnetismo que repele. Ahí estás, eres ese punto negro.

¿Cuánto hace que volteo sobre mi misma fragmentada? Ahora que cómo un águila he aprendido a volar, y he cogido altura, y he visto cómo todo… todo… fragmentado, da vueltas alrededor del sol. ¿A alguien se le ha ocurrido que el sol, sin ojos, se sienta solo? Que el sol no sepa que estamos aquí, rodeándolo, alabándolo, agradeciéndolo, celebrándolo. Tanto es que no sabe que al final, rendido, se deja morir, y todo vuelve a unirse.

Aquí estoy, soy ese punto negro inmenso, que con miedo y libre de él ha abierto los ojos y ha mirado al cielo.

“Oh… pero… mira esa nube, tiene forma de… wuala¡! ¿Cuánto lleva todo aquí, sobre mi cabeza, dando vueltas?”

Lo último que recuerdo es que era pequeña, y un día abrí los ojos y no tenía ya familia, ni amigos, ni pueblo, ni perro, ni hogar. Nada, nada… todo se había roto. He estado viajando de trozo en trozo, levantando puentes, construyendo carreteras. Aún cuando no sabía que puedo ser cualquier cosa y fui y soy ingeniera de caminos. Aún cuando no sabía que hacía y hago tal cosa.

Yo soy ese punto negro, y genero un campo magnético que atrae y repele al mismo tiempo. Me pregunto cómo cojo todos esos trozos y los vuelvo a unir. Y me conformo con decirme que no sé cómo, pero ya lo estoy haciendo. Derribo muros,  encauzo ríos, defino costas con las olas. Invierto el polo magnético.

“Oh… pero… ¡mira! ¡Mira cómo te privas de todo Porque no tienes nada! Deja de preguntarte cómo has podido y puedes creer tal cosa, ¡ya lo sabes! ¡Míralo! ¡Mira!”

Niñita… oh, pequeña… en las profundidades siempre estás tú. Cada vez que te siento así rompo a llorar, oh, mi amor… y cada lágrima es una gota menos en este océano en el que te ahogo.

Cada vez que te siento así rompo a reír, oh, mi amor… y cada sonrisa es un rayo de sol penetrando el corazón ahogado en el que habitas.

No sé cómo lo hago, mi niña. Sólo sé que me muevo a la velocidad del amor, y que voy porque te amo.  Que voy, pequeña salvaje, a por ti sin miedo, sin prisa, sin nada voy… voy… a dártelo todo.

No sé cómo, mi dulce niña, no sé cómo haré de la larva mariposa. No sé cómo lo hago, solo que lo estoy haciendo. Desde aquí, desde este lugar en el que te dejé cuando no veía nada, dónde está todo. Dónde está todo lo que vamos a crear juntas.

Amor… ya voy, estoy prendiendo el fuego que revitalizará tu corazón, que encenderá la luz en ese punto negro y alumbrará todo un universo. 

No sé cómo lo hago, mi amor, no tengo ni puñetera idea y quiero decirte que me da igual, que te quiero, nada más, y que ya voy, ya voy, ya voy… cómo coño (jiji, coño… útero) sea, ya voy.



Somos rápidos y diestros olvidando que no sabemos nada de quién tenemos delante.
Que la persona que nos encontramos de frente es tranquilamente una metáfora, una invitación a sumergirse en lo desconocido.

De todas las personas con las que te «relacionas» al día y durante el día a día... ¿En cuántas te sumerges?
¿Te sumerges en ti? ¿Dejas que otros lo hagan? 
No confundamos sumergir con seducir.
¿Temes lo desconocido? Iluminarlo, aunque se preste a confusión, no es una contradicción. También puedes amar lo desconocido a oscuras, lo hacemos todo el tiempo. 

Te guiño un ojo, ya crecida para ser lolita, y aún así... querido desconocido, te acercas y me órbitas. Oh... claro que no sabes, querido desconocido, que no soy ninguna tontita, y que no serán tus pies los primeros a los que caiga, cómo sueñas a oscuras cuando digo "soy lesbiana". Y aún así, querido, te guiño un ojo y tiendo una telaraña. Y así tu miedo es alimento para las alimañas. Que también son amigas mías. 

Querido, no llores, no me estoy burlando de ti. Yo también he caído en mi propia telaraña, y he dejado que coman de mi carne las alimañas. Es por eso que ahora somos amigas. Es por eso que no te temo y a través de ti me experimento y honro a mi misma. Me amo en todas las cosas, hermosas o no, no importa, indistintamente me amo, te amo, nos amo. Cómo no voy a hacerlo si cada vez que te toco me toco, si cada vez que te celebro me celebro, y he dejado de temerte, eterno desconocido, porque ya no me temo. 

Ahora que vuelo cómo un águila con los ojos abiertos, estoy en todas partes observando quién entra y quién sale, quién entra y quién no, en este paraíso que soy. Simplemente cuido de él lo mejor que sé en cada aquí y cada ahora.


Vengo con un farolillo a iluminar lo desconocido. 
A deshacer mi propio hechizo. 

lunes, 15 de agosto de 2016

Ya es lunes

A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo que sabe.

Y con una simple frase, mira lo que puedes hacer.  Te invito a que cojas esta.

A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo que sabe.

Cógela y ahora mira a tu alrededor con ella. Mira todas esas cosas dichas. ¿Eres capaz de ver también las que no se dicen y sin embargo, se saben y se existen? Están por todas partes, también por todas las partes de las cosas dichas.

Tengo la sensación de un darme cuenta. Ahí viene.
Ahí viene…

A mí se me ha ocurrido que tengo que decir lo que sé. Y lo que no. Que tengo que decir para Ser. ¿Cuándo se me ocurrió semejante cosa? ¿Se me ha ocurrido a mí o me acaban de pasar una antorcha?
¿Cuántas cosas me ocurren de las que no recuerdo su ocurrencia?  Sólo una, Vivir.

Lo digo como si supiera lo que digo y cómo si fuera algo inamovible, inmutable, y sólo cierto por su peso. Y la verdad es más simple y más sencilla, no sé lo que digo y  no me lo creo. No lo creo. Podría coger esa pregunta y esa respuesta y enseñarte lo que ocurre si lo creo, pero Oh, ya lo estoy haciendo.

Me estoy dando cuenta de algo y no sé todavía de qué.
Cómo si tuviera que decirme para cerciorarme.

Cerciorarme… Curioso. He dicho cerciorarme, no otra cosa. Cerciorarme… Curioso.
¿Por qué necesito asegurarme en la verdad de la cosa?
Asegurarme… Seguros de vida la cosa, ¿qué podemos ofrecerle?
Pues no lo sé, la verdad, no sé por qué pago por vuestros servicios.  ¿A caso me siento desprotegida, en peligro… y no lo sé?

¿Me estoy dando cuenta de que tengo miedo?
No, no… costumbre.
Costumbre… Como si la cosa fuera a abandonarme. Como si mi propia carne fuera a hacer las maletas y a marcharse de mis huesos. Ciao, Bella…

Oh…, mi niña…,  ¿todavía temes eso?
Está bien. Está bien…

A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo que sabe.
¿Cuántas cosas me ocurren de las que no recuerdo su ocurrencia?  Sólo una…, Vivir.

¿Por qué parece que necesito saber que estoy viva? ¿acaso no estoy viviendo ya? Si sé que sin saberlo sigo viva. Creo que empiezo a darme cuenta de que tal vez le dé literalmente la vuelta a mi cerebro y todas las cosas que sé pasen a no sé, y las que no sé, a sé.

Tal vez por eso hay que celebrar la vida, sin saber por qué se celebra. Celebrarla, nada más.
Hacer las cosas sin saber, nada más. Celebrarlas.

Despertarse y no preguntarse con algo que parece horror y no lo es: ¿¡Estoy viva?!

Simplemente despertarse y celebrarlo. Almorzar y celebrarlo. Vivir y celebrarlo.
No hacer y no saber en la cosa.
Experimento, experimento…

Despertarse y con algo que parece horror y no lo es: ¿¡Estoy viva?! También es un modo de celebrar la vida.

Experimento, experimento…

Me alimento de la carne de mi madre como una larva ciega.
Me nutro de la nada y genero palabras, palabras… ideas, miles de cosas, genero, genero, genero y no sé manifestarlas. Si lo intento oh… acabo frustrada. Sí, sí, y estoy cansada de cerciorarme de ello.
Si pudiera, ahora mismo manifestaría un mercadillo en el que regalaría todas mis ideas, todas estas cosas que no puedo materializar y que tal vez le sirvan a alguien. Son de todo tipo, me llegan de toda clase de materias. Puedo hacer muchas cosas con todas esas cosas que me llegan, pero no sola. Pídemelas, te las daré feliz.

También te digo que no me quedo todo lo que llega. Hay cosas que descarto, hay ideas que no estoy dispuesta a generar.

Intento aprender a esperar, a esperar… a en la impaciencia no caer en la tentación de manifestar.  A no temer, en el mercado, a que nadie se acerque a mi parada a preguntar. A no creer que nadie va a quedarse después de descubrir el fraude y sufrirlo en vez de dejarlo ser con naturalidad.

Sabéis, si escucháis atentamente al fraude, sabréis que también en él existe el secreto de la transformación. El fraude es fraude y por lo tanto, es cualquier cosa. Puede ser, cualquier cosa…
Tal vez, si tras el fraude sigues sujetando mi mano, te sorprenda un vendaval de mariposas. Puede que no sea lo esperado, puede que no cumpla la expectativa, pero eso no implica que no pueda ser de cualquier modo maravilloso y exactamente lo que tengo que Ser en ese momento tanto para mí como para el resto, esperado u no.

Del mismo modo que muchas veces el que busca, no encuentra. El que encuentra, no busca. Ama libre de prejuicio, libre de preposición.

Y entonces me doy cuenta de que también sé generar silencio, y paz, y tranquilidad, y presencia.  Y que no comparto más que la punta del iceberg.

Que a veces, cuando alguien nos dice: comprendo tu opinión, y no la comparto.
No lo entendemos, incluso, nos ofendemos. E inconscientemente trasladamos el mismo patrón cuando ofrecemos algo a alguien y te dice, sí, está muy bien, es perfecto, pero no lo quiero, no lo comparto. A veces no lo entendemos, incluso nos ofendemos, y pensamos sin atendernos que eso significa que algo en nosotros no está bien. ¿Dónde hemos visto antes algo así? Tal vez en nosotros mismos, cuando alguien nos ofrece algo y no lo compartimos, y expresamos o guardamos la coletilla “no está bien”, y golpeamos con el mazo para poner fin a la sentencia, al dictamen.

Es todo un reflejo, puro reflejo…
Ama libre de preposición, libre de prejuicio.
Y no, no sé si se puede amar libre de ilusión.
¿O se crea la ilusión amando?

Oh sí sé, sí sé, solo que tal vez ahora no sé porque no estoy amando, estoy nombrando, estoy dando tributo, estoy sacrificando, estoy entregando, honrando.
Oh joder… estoy amando. Vivir es amar. Estoy amando, sólo que no lo sé. Y sé que estoy amando porque mi corazón sigue latiendo y mis dedos tecleando. Y sin embargo no lo sé, porque no lo siento, y lo sé, porque mi cuerpo sigue funcionando. Está sano, unido, danzando… me muevo a la velocidad del amor. En círculos, de espiral en espiral… Solo que a veces, muchas veces… no soy consciente de que te amo, y no te amo. ¿Qué coño estoy diciendo?

Me doy cuenta de que está bien no compartirse, no compartir.  De que está bien que otros no quieran compartirse contigo, no compartan. Y eso no lo libra de la cualidad de malo. Por todas partes muchos vivimos creyendo que es algo malo y ya está, y es así también, y el mundo sigue girando sin mayor problema.

Si te enseño la tranquilidad, perderé la mía.
De lo segundo ya sé que te habías dado cuenta.
Pero… ¿y de lo primero?

A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo que sabe.
Y con una simple frase, mira lo que puedes hacer.  Te invito a que cojas esta.
A alguien un día se le ocurrió que uno tiene que decir lo que sabe.

La verdad, la humilde verdad de esta pobre alma, es que yo no tengo nada.
No tengo nada. Aún cuando preguntas y respondo, no tengo respuestas. Aún cuando pregunto y respondes, no tengo preguntas.
Me pides dinero y te lo doy, y no lo tengo.
Me pides paz y te la doy, y no la tengo.
Me pides diversión y te la doy, y no la tengo.

No me pides nada y te lo doy todo, y no lo tengo.
Me lo pides todo y te doy nada, y no la tengo.

Si doy lo que no tengo, será también que puedo no dar lo que tengo.
Sea lo que sea eso a por lo que vienes, también puedo no dar lo que tengo, en vez de dar lo que no tengo.

Voy saltando, groack, groack… tras el siguiente salto, aterrizaré en el útero.
También Yo necesito nutrirme.
Es por eso que a veces, Dios parece que esté ausente.

Podría decir: estoy aprendiendo desde cero qué es y cómo funciona un generador.
Sin embargo voy a decir qué es lo que está por venir, lo que está ya, de un modo u otro, aquí... sucediendo, desenvolviéndose.
Y aún podría decirte de qué tratan el capítulo 1 y los diez siguientes, porque lo veo.
Nos aterra el visionario y no entiendo por qué. No queremos saber lo que viene, y no por nobleza y respeto, sino por miedo.

Se nos ha olvidado que Dios también proyecta una sombra. Y también ella se llama Dios, también ella soy Yo... todo el rato de larva a mariposa.

Es lunes, me han despertado unas grallas a las 9 a.m
He ido al baño, he salido más ligera.
Alegría, que es festa major.
  
Hasta la próxima verborrea. Al final, no sé si me he dado cuenta de algo. Estaba distraída cazando...

Hace unos días me pareció que asomaba la patita la integración. 
Aha aha..

C'mon... ¿en qué vas a convertirte hoy, larva? recuerda que no tienes por qué convertirte en nada, y olvídalo también.


Aún era domingo cuando empecé (o seguí) escribiendo esto. La verdad es que no tengo ganas de decir nada, estoy observando cómo me auto motivo, cómo me boicoteo, aburrida hasta la saciedad de mi misma, otra vez respondo al fraude. 
Quiero aprender a apagar el generador cuando está sobrecargado, en vez de ponerme a tocar botones y cables cómo una loca hasta que cesa. 
Creo que acabo de darme cuenta de que aprender y dejar pasar van de la mano. 
Que cuando no le exijo a Dios responde, y sin que haga nada, el generador se apaga. Cualquier cosa que aprenda ya la sé, cuando aprendo algo conscientemente, simplemente dejo que el conocimiento ascienda a la superficie.

¿Cómo, cómo...?
Paciencia, Paciencia... obsérvalo.
Ay... siempre olvido que no tengo que hacer nada. 




domingo, 14 de agosto de 2016

Es domingo

Es Domingo.
Es domingo y me he despertado dos veces. Ha sido cómo despertar de un coma. O eso se me acaba de ocurrir. Tal vez las personas que están en coma, cuando se despiertan, afirman y a la vez se preguntan con algo que parece horror y no lo es: ¿¡Estoy vivx?!. Como me ha sucedido a mi las dos veces que me he despertado esta mañana. Cómo me viene sucediendo desde hace días. 

Una vez fui a ver a mi madre al lugar en el que vivía entonces, una masía entre las montañas de Castellón. La primera noche que pasé allí, cuando desperté, sentí cómo gritaba ¿¡Estoy viva?! sin embargo no grité. Simultáneamente en mi mente se mantenía congelada la última imagen en la que me había estado sintiendo previamente a despertar. Era una imagen negra, y en el centro Yo, como una masa oscura de feto, que lograba distinguir por algo parecido al destello de un círculo. Después ya estaba gritando ¿¡Estoy viva?!. Y sentía mi cuerpo extraño, cómo si Yo estuviera hilada a otra cosa y acabaran de cortarme el cordón umbilical. Con horror, no entendía nada, ¿¡Estaba viva!?. 

Desde hace algunas mañanas me despierto con la misma sensación. Con el mismo falso horror, con algo más cercano al hastío, y al descosido de la tranquilidad, que de la sorpresa. 

Es domingo y me he despertado dos veces. 
La primera he ido al baño, he salido más ligera, he cogido al gato en brazos, le he rascado dónde me ha dicho un rato, lo he dejado unos cuanto besos y he vuelto a la cama. No quería estar despierta. 

La segunda vez que me he despertado no recuerdo que he hecho. Después ya estoy en la calle, me voy de una cafetería sin pagar porque he olvidado salir con dinero de casa. Me llevo medio bocadillo envuelto. Regreso a casa, cojo al gato, guaaaaaaapo, boniiiiiito, ¿qué mi niño? aaaaaaaayyyyy,.... muack muack muack. Lo espachurro. 
Lo dejo con cuidado en el suelo y mantengo las manos en sus caderas porque tiene problemas de equilibrio y según cómo se cae. El se va miau miau. Vuelve, me sigue, miau miau. A ratos habla cómo un loco y siento sus maullidos entre mi cerebro y el cráneo, MIAU MIAU MIAU, retumbando como si tuviera altavoces en las sienes. Y lo juro, entonces quiero matarlo. Después se me pasa, y no dice nada durante horas y horas y horas. Viene, va, se tumba. Ahora aquí, ahora allá. Entonces yo lo sigo. Muack muack muack, por dónde va. A veces lo llamo "Miauuuu", y viene. Miau miau miau, y vuelta a empezar, cómo un loco, a hablar. 

He quedado con un amigo en el centro. Hemos ido a la playa. Estaba llena de extranjeros. Mi amigo ha extendido en la arena un cubre algo blanco con un mándala de elefantes estampado en negro. He ronroneado y lo he amasado antes de sentarme sobre él y desnudarme. La chica que había detrás mio (o enfrente, a ratos...) era muy parecida a una chica que el otro día hacía de anfitriona para unos amigos extranjeros en la mesa de al lado de una terraza donde estaba bebiéndome una cerveza y comiéndome un bikini, mientras veía la vida pasar.

Hemos caminado hasta la barceloneta, patatas fritas, mojitos y combinados de 4 rones y piña y no sé. 
El metro, Gràcia, he paseado un rato más antes de volver a casa. De nuevo el gato, miauuuuu, estira el cuerpo sobre la butaca verde y cuando parece apunto de bajar ve que ya estoy viniendo a saludarle.

Me he preguntado, ¿bajará o esperará? normalmente ya está en la puerta maullando cuando la abro, o viniendo a ella. Me ha mirado y ha esperado. Lo he cogido. Cómo suele hacer cuando lo cojo me ha abrazado el brazo delicadamente, a estirado el cuello, le he dado arrumacos con los labios y la cara y el cuello los dedos la mano la frente y su sonrisa se ha ampliado y su cola ha orbitado. Muack muack muack, para el rey de la casa. 

Después he recogido sus cacas del suelo, porque aunque tiene un arenero de casi un metro de largo y más de medio de ancho, no caga en él. 

He estado hablando con quién tal vez sea un nuevo amigo, me contaba que se iba cuatro días al país vasco a celebrar la danza del sol. 
Nos hemos despedido, algo me ha sacudido, y he empezado a inquietarme. 
Fractales es lo siguiente que recuerdo. Espirales. 
Con el ceño fruncido miraba espirales. 
Ah... ¡ah! en algún momento antes de esto y tras saludar al gato he puesto música. 

He decidido ducharme, poco después de meterme bajo el agua se ha terminado una canción y ha empezado otra, y la que empezaba ha sacudido mi cuerpo y cuando me he dado cuenta estaba desnuda y mojada, bailando a oscuras en el salón. 

Bailaba y bailaba, tribal, desnuda, descalza. Me he puesto una bragas, he encendido velas, he hecho una foto de mi salón, he cerrado los ojos y he seguido bailando. 

Mientras bailaba me he dado cuenta de que el ermitaño y el hereje están luchando. Ah, era eso lo que me estaba sacudiendo, lo que me estaba inquietando. La danza de la lucha. 

Sin embargo mi danza era otra, no sé cual, tampoco me importa. Podríamos llamarla la danza de la ignorancia (o de la conciliación). Me he dado cuenta de esto y he seguido bailando sin preguntarme: ¿tengo que hacer algo?. Entonces no sabía que ya lo estaba haciendo, del mismo modo que sí lo sabía y por eso no tenía que hacer nada...

Cuando me doi cuenta de algo, muchas veces no me doi cuenta de que inconscientemente creo que debo hacer algo al respecto. 

Sí que en algún momento me he preguntado: ¿A si que así es cómo se siente Dios cuando sucede una guerra?  

El ermitaño y el hereje se están ¿o estaban? peleando, y yo bailo, nada más. Entonces siento que se han unido durante la desvergonzada danza que estaba llevando a cabo en mi salón, con los ojos cerrados, el pelo sobre la cara, el cuerpo aún con restos de sal desenvuelto y vibrante. La ventana y el balcón abiertos, las luces apagadas, nadie miraba, Nadie miraba...

Y Yo bailaba desvergonzada para mi dentro de la concha, a la vista de todos. 
Sabéis, podría deciros que aún no estoy preparada para bailar en público.
Sin embargo, prefiero deciros que me estoy preparando. 

Yo también ignoro cuándo ocurrirá, o si quiera si ocurrirá. De momento sólo sé que me estoy preparando. Ni por qué, ni para qué. No sé, yo hago y deshago, nada más.
Sé que hace meses, la noche de un día en el que alguien bailaba a mi alrededor, muy cerca... decidió dejar de hacerlo, y se fue de un modo que no tengo palabras para describir, ni para juzgar. La noche de aquel día bailé como no bailaba desde que era una niña, sin concha. Recuerdo que sonreí mucho, y que lloré algunas lágrimas de amor. No tuve que hacer nada para que mi mente no dijera una palabra y presa de la emoción, disfrutara sin más del baile, del cuerpo que recibía la vibración del sonido y respondía. 
Como fuere, respondía. Y ahí estábamos, trígono perfecto, alineados, danzando.  

Hace tiempo que cosas que escapan al entendimiento vienen y se muestran, se desnudan ante mi como me desnudo yo para mi, y para el resto. 
Sabéis, compartimos un extraño y deformado concepto a nivel global acerca de la clarividencia. 

El hereje y el ermitaño estaban ¿o están? luchando. 
Cada rato tengo menos idea de lo que hago. Y no lo sé, y no me importa, y me da igual. El hereje y el ermitaño son la misma cosa.

He olvidado volver al bar a pagar la factura. 
Al final no me he duchado.
Me encanta bailar desnuda. Me encanta bailar prendida. Me encanta bailar y prenderme. Me encanta bailar y revelarme. 

A veces, cuando bailo, veo cosas. No es la primera vez que veo a quién he visto hoy. 
Hoy, cómo otras veces, estaban ante el fuego. Cómo otras veces, algo me jalaba de la boca del estómago hacia ella, que esta vez estaba bailando ante el fuego. 
Me quedé prendida al instante de ella, y no por la fuerza que me jalaba. Ahora se me ocurre que tal vez su danza era un hechizo. La cuestión es que estaban allí, ante el fuego, una bailando, la otra mirándola, y yo observando.

Oh... sí, ¡claro que al final me dejé jalar!. Y bailé el mismo baile. Y tú me mirabas, y yo sentía tras mi espalda tu mirada. Te gustaba verme bailar, a sabiendas de que había danzas que sólo bailaba para ti. Y contigo. 

Vuelvo al salón, sigo bailando y siento... siento los brazos abiertos, y el viento, y la colina, y la boca abierta. Se me ha ocurrido que, de ir a la guerra, mi ejército estaría hecho de tambores, de mujeres y hombres danzantes. 

He releído lo escrito.
No he añadido ni quitado una palabra, un punto, o una coma.
Me da igual.
Estoy aprendiendo a no hacer.
A ignorar.  

Experimento, experimento...

Acabo de recordar que la segunda vez que he despertado hasta que he empezado a bailar he sido una larva ciega nutriéndose de nada. 

He visto la danza que une las cosas que nunca están separadas. He visto cómo mantiene la danza las cosas unidas. 


O no.
Qui sap.