viernes, 19 de agosto de 2016

Hola, ¿Nos conocemos?

De repente te das cuenta de que no acabas de llegar aquí.
¿Cuánto tiempo llevas aquí? En esta nada.
¿Cuánto hace que volteas sobre ti misma fragmentada? Ahora que has cerrado los ojos y has visto que dónde parece no haber nada, está todo. Ahora que en la oscuridad central sientes el magnetismo que repele. Ahí estás, eres ese punto negro.

¿Cuánto hace que volteo sobre mi misma fragmentada? Ahora que cómo un águila he aprendido a volar, y he cogido altura, y he visto cómo todo… todo… fragmentado, da vueltas alrededor del sol. ¿A alguien se le ha ocurrido que el sol, sin ojos, se sienta solo? Que el sol no sepa que estamos aquí, rodeándolo, alabándolo, agradeciéndolo, celebrándolo. Tanto es que no sabe que al final, rendido, se deja morir, y todo vuelve a unirse.

Aquí estoy, soy ese punto negro inmenso, que con miedo y libre de él ha abierto los ojos y ha mirado al cielo.

“Oh… pero… mira esa nube, tiene forma de… wuala¡! ¿Cuánto lleva todo aquí, sobre mi cabeza, dando vueltas?”

Lo último que recuerdo es que era pequeña, y un día abrí los ojos y no tenía ya familia, ni amigos, ni pueblo, ni perro, ni hogar. Nada, nada… todo se había roto. He estado viajando de trozo en trozo, levantando puentes, construyendo carreteras. Aún cuando no sabía que puedo ser cualquier cosa y fui y soy ingeniera de caminos. Aún cuando no sabía que hacía y hago tal cosa.

Yo soy ese punto negro, y genero un campo magnético que atrae y repele al mismo tiempo. Me pregunto cómo cojo todos esos trozos y los vuelvo a unir. Y me conformo con decirme que no sé cómo, pero ya lo estoy haciendo. Derribo muros,  encauzo ríos, defino costas con las olas. Invierto el polo magnético.

“Oh… pero… ¡mira! ¡Mira cómo te privas de todo Porque no tienes nada! Deja de preguntarte cómo has podido y puedes creer tal cosa, ¡ya lo sabes! ¡Míralo! ¡Mira!”

Niñita… oh, pequeña… en las profundidades siempre estás tú. Cada vez que te siento así rompo a llorar, oh, mi amor… y cada lágrima es una gota menos en este océano en el que te ahogo.

Cada vez que te siento así rompo a reír, oh, mi amor… y cada sonrisa es un rayo de sol penetrando el corazón ahogado en el que habitas.

No sé cómo lo hago, mi niña. Sólo sé que me muevo a la velocidad del amor, y que voy porque te amo.  Que voy, pequeña salvaje, a por ti sin miedo, sin prisa, sin nada voy… voy… a dártelo todo.

No sé cómo, mi dulce niña, no sé cómo haré de la larva mariposa. No sé cómo lo hago, solo que lo estoy haciendo. Desde aquí, desde este lugar en el que te dejé cuando no veía nada, dónde está todo. Dónde está todo lo que vamos a crear juntas.

Amor… ya voy, estoy prendiendo el fuego que revitalizará tu corazón, que encenderá la luz en ese punto negro y alumbrará todo un universo. 

No sé cómo lo hago, mi amor, no tengo ni puñetera idea y quiero decirte que me da igual, que te quiero, nada más, y que ya voy, ya voy, ya voy… cómo coño (jiji, coño… útero) sea, ya voy.



Somos rápidos y diestros olvidando que no sabemos nada de quién tenemos delante.
Que la persona que nos encontramos de frente es tranquilamente una metáfora, una invitación a sumergirse en lo desconocido.

De todas las personas con las que te «relacionas» al día y durante el día a día... ¿En cuántas te sumerges?
¿Te sumerges en ti? ¿Dejas que otros lo hagan? 
No confundamos sumergir con seducir.
¿Temes lo desconocido? Iluminarlo, aunque se preste a confusión, no es una contradicción. También puedes amar lo desconocido a oscuras, lo hacemos todo el tiempo. 

Te guiño un ojo, ya crecida para ser lolita, y aún así... querido desconocido, te acercas y me órbitas. Oh... claro que no sabes, querido desconocido, que no soy ninguna tontita, y que no serán tus pies los primeros a los que caiga, cómo sueñas a oscuras cuando digo "soy lesbiana". Y aún así, querido, te guiño un ojo y tiendo una telaraña. Y así tu miedo es alimento para las alimañas. Que también son amigas mías. 

Querido, no llores, no me estoy burlando de ti. Yo también he caído en mi propia telaraña, y he dejado que coman de mi carne las alimañas. Es por eso que ahora somos amigas. Es por eso que no te temo y a través de ti me experimento y honro a mi misma. Me amo en todas las cosas, hermosas o no, no importa, indistintamente me amo, te amo, nos amo. Cómo no voy a hacerlo si cada vez que te toco me toco, si cada vez que te celebro me celebro, y he dejado de temerte, eterno desconocido, porque ya no me temo. 

Ahora que vuelo cómo un águila con los ojos abiertos, estoy en todas partes observando quién entra y quién sale, quién entra y quién no, en este paraíso que soy. Simplemente cuido de él lo mejor que sé en cada aquí y cada ahora.


Vengo con un farolillo a iluminar lo desconocido. 
A deshacer mi propio hechizo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario