jueves, 27 de octubre de 2016

Integra

Rodando duna abajo lo encontré, erguido y solemne, en el desierto.
Ahora me siento masa de agua viva que fluye y refresca el espacio que habita. Ahora fus fus fus fus rompen apenas perceptibles las olas, mar en calma que acaricia la orilla como una madre rodea con la palma de su mano caliente la cabeza de su cría.
Ahora aquí me siento en casa, me siento hallada.  Siento mi naturaleza, aún cuando no sé muy bien que quiere decir “mi naturaleza”, así la nombro sin anclaje, así la siento sin cabo amarrado.

Mi naturaleza es simple como un número primo, no es más que un latido, plausible, sereno y tranquilo.
En este templo que es ahora mi hogar, en este espacio salvaguardado en la profundidad original, me hallo latente, bom bom, bom bom. No soy más que eso. Bom bom, bom bom, un corazón que respira latiendo, y su ritmo es tan tranquilo, tan indeferente, que podría decirse que late débilmente.
Oh… pero no es su apaciguado y calmo latido débil, qué va…  es libre. En el espacio eterno que se despliega entre su sístole y su diàstole existe el mundo. Mi naturaleza viva y libre de todo no es más que el impulso primario que facilita latir a mi corazón. Y la fuerza de ese impulso no es un esfuerzo, no es bruta, no es la fuerza que deriva en el cuerpo del culturista que alza sobre su cabeza toneladas de peso, es el impulso sutil y primario que facilita esa deriva, es el primer movimiento, un simple soplo de aire origina la vida. Y es ahí, dónde me he hallado pura y divina. Simple y completa, poder que facilita todas las fuerzas.

Desde el impulso primario que soy se ha echado la soñadora a dormir, desde el impulso primario que somos gestamos el mundo nuevo que alzaremos al despertar del sueño que revitaliza, regenera y permite.

Oh… los espacios a mi alrededor están ahora vacíos, llevo en realidad nueve meses vaciándolos.  Nueve meses han sido suficientes para metabolizar las experiencias de 23 años que ahora florecen, que ahora cosecho, que ahora libero, que ahora mueren con el ADN libre de  todo “mi”, de todo “mis…” sin prisa por volver a nacer. Feto que recogido en mi útero está a punto de romper aguas.  Me doy cuenta de que mis palabras son las mismas y sin embargo son nuevas, todo es nuevo, todo luce limpio y reluciente. Todo es desconocido y familiar, igual e inquietante, latido sereno que como la voz de la ballena cruza océanos, cruza el universo helado y lo vuelve a la vida estival.

Cualquier cosa se encuentra fuera de stock.                                         
Solo 
bom bom, 
bom 

bom                                                                                                   
Desde aquí, hoy, ahora mismo, me suelto entera. Y me siento plena y completa, mi alma nunca estuvo rota.

Que qué me sucedió?
La mujer que nunca fue
Que qué me está sucediendo?
Que se está terminando de disolver la mujer que nunca fui


Como larva me he hilado fino y ahora en mi crisálida sucede la magia de la metamorfosis. La primera bocanada de aire ya está cerca, mi pecho caliente guarda el universo que está por nacer.

Ufff… lo siento soplar y siento el placer primario del orgasmo. Me trepa la garganta y aaaaaaaah… penetra, penetra, penetra… y se deja penetrar.

Ya no hay diferencias entre las cosas, y puedo utilizar libremente las palabras sin quedar presa en ellas. Ir al supermercado y decir “la marca de esos macarrones es distinta que la de esos” y nada más, nada más, nada más…

Adiós TOC lingüístico
Adiós a tanto…
Tan






To….
No hay palabra que defina lo que siento, no hay límites.
Solo un corazón latiendo. Solo un corazón sintiendo.
Entregado al cual me entrego. 
Este adiós no maquilla un hasta luego. 



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