Pero lo bonito, lo mágico, lo eterno... no es nada de lo ya dicho. Si no, que aún tras ello, te descubra sencilla y con el pelo alborotado, sonriendo porque te estoy mirando, extrapolando el límite. Escucharte exagerada y real, con carita de sueño y un bostezo. Y eso es, en cierto modo, lo más bonito, lo más mágico, y lo verdaderamente eterno; no tener que inventarte para que se me humedezcan los ojos si me paro en seco a observarte, sorprenderme de ti y que ya no estés allí arriba, que me guste más descubrirte peculiar y corriente, aburrida a veces, vivida y con la calidez de un niño.
Que ello haga que merezca la pena, que detenerme en ti un instante sea suficiente para que me rinda y acepte que el resto del tiempo... sólo trato de evadir todo lo que supone quererte y no poder decirlo; no poder consumirlo.
Encontrarte tan irremediablemente lejos de mi cuando me abrazas, y que no podamos estar más cerca. Reprimir las ganas de besarte cada vez que me dejas. Mirarte de reojo cuando me tiras de la oreja, y perder la cuenta.
Perder la cuenta...
Bonito es apreciarte tal y como eres, y percatarme de que me gustas más que nunca.
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